Producto de las pruebas termonucleares de las décadas de 1950 y 1960, el carbono 14 se ha convertido en una herramienta útil en la biomedicina. Los niveles de carbono 14 en una célula pueden indicar cuándo se formó, proporcionando información sobre el crecimiento y la renovación de tejidos en el cuerpo humano. Esto ha tenido aplicaciones en la investigación de enfermedades como el cáncer y las enfermedades neurodegenerativas (Spalding et al., 2005).